22/12/2023
Julio Velarde, el Perú y la Universidad del Pacífico
Semblanza preparada por Gustavo Yamada, profesor principal de la Universidad del Pacífico.
Semblanza[1] preparada por Gustavo Yamada
Debo señalar que esta breve semblanza se ha enriquecido de conversaciones con excompañeros de promoción de Julio en la UP, colegas del CIUP, exalumnos, funcionarios del banco y el propio homenajeado [2]. Por supuesto que nada de lo que diga aquí los compromete, cualquier imprecisión o error de interpretación son responsabilidad mía.
Empecemos con una pregunta para la audiencia, para todos ustedes. Si les menciono el nombre Julio Velarde ¿con qué palabras o conceptos lo asocian espontáneamente?
En la actualidad existen aplicaciones como “Mentimeter” que podrían proyectar en pantalla las “nubes de palabras” formadas con sus respuestas inmediatas escritas en sus celulares. No seremos tan tecnológicos esta vez por el ajustado tiempo disponible, pero mencionaré algunos conceptos que posiblemente hayan cruzado por sus mentes: “Confianza. Estabilidad económica. Prudencia. Baja inflación. Credibilidad. Sol fuerte. Tipo de cambio estable. Economista experto. Garante. Líder. Genio. Gurú. Orgullo UP. Orgullo nacional” entre otras.
Me toca resumir en 20 minutos algunas ideas que sustentarían estos conceptos y adjetivos que acabo de enumerar. Lo sintetizaría así: Julio Velarde Flores es un patrimonio nacional por haber sido, y seguir siendo, un gestor extraordinario de la estabilidad macroeconómica conseguida. Julio es un activo muy valioso para el Perú. Con todo lo que ha contribuido tiene asegurado un lugar importantísimo en nuestra historia económica.
De hecho, como ejercicio ensayístico nos podemos preguntar: ¿Cuánto vale Julio Velarde para el Perú? ¿Se podrían usar algunas estadísticas macroeconómicas que nos brinden pistas al respecto? Seguramente, historiadores y econometristas acometerán esa tarea en un futuro no muy lejano. Tengo algunas ideas sugerentes:
¿Cuánta inflación nos hemos ahorrado en las últimas décadas gracias al liderazgo de Julio en el BCR? ¿Cuánto costo social y pérdida de bienestar se ha evitado? Además, sabemos que la inflación es un impuesto regresivo que afecta más a las poblaciones de bajos ingresos.
¿Cuántas inversiones nacionales y extranjeras, grandes, medianas y pequeñas tomaron como factor importante en su decisión la estabilidad monetaria del país, propiciada por la labor de Julio y su equipo profesional en el BCR?
¿Alguna parte significativa del incremento en el PBI real de más de 200% en las últimas dos décadas podría ser atribuido directa o indirectamente al liderazgo de Julio? ¿Alguna fracción de los 70 mil millones de dólares de Reservas Internacionales Netas del BCR que el mismo Julio ha ayudado a acumular como seguro ante cualquier amenaza de crisis externa?
Quizás podamos afirmar, utilizando una antigua expresión apropiada para este momento, que Julio “vale un Perú”, lo que de acuerdo a la Real Academia Española significa que es “de mucho precio y estimación”.
Por supuesto que Julio no ha cargado solo sobre sus hombros la tarea de devolverle la estabilidad y viabilidad económica al país. Los arreglos institucionales consagrados en la Constitución de 1993 y la Ley Orgánica del BCR de 1992, la disciplina fiscal conseguida, y el gran equipo técnico del BCR, incluyendo la dirección de varios presidentes ilustres desde 1990 como Jorge Chávez, Germán Suárez y Richard Webb, son los otros tres factores claves para explicar esta historia de éxito, pero el liderazgo de Julio al inicio y al final de la misma han sido determinantes. Sobre este punto regresaré más adelante.
Keynes, con quien no siempre se coincide en la teoría o práctica pero que sigue siendo muy influyente, tenía una definición del experto que calza perfecta para esta ocasión. Decía: “el economista experto debe poseer una rara combinación de dones. Debe ser en cierta medida matemático, historiador, estadista, filósofo. Debe comprender los símbolos y hablar en palabras. Debe contemplar lo particular desde la óptica de lo general y considerar en un mismo razonamiento lo abstracto y lo concreto. Debe estudiar el presente pensando en el futuro. Ningún aspecto de la naturaleza del hombre o de sus instituciones debe quedarse al margen de su consideración. Debe ser simultáneamente decidido y desinteresado; tan distante e incorruptible como un artista y, sin embargo, a veces tan cerca del suelo como un político”.
Los aquí presentes que conocen a Julio por décadas coincidirán conmigo en que es uno de los pocos economistas en la actualidad que cumple a cabalidad con todos estos requisitos. A partir de una temprana vocación por la economía y una inteligencia excepcional, la trayectoria de Julio en la UP como estudiante, profesor, mentor e investigador contribuyeron a formar ese economista experto al que se refiere Keynes. Yo enfatizaría además la dimensión ética y responsabilidad con el país, que en el caso de un servidor público ejemplar resultan tan importantes, y que Julio también ha cumplido con mucha modestia, en un sinfín de momentos difíciles, sin mayores alardes ni aspavientos.
Como brillante alumno en la UP, Julio fue uno de los primeros ganadores del Premio Robert Maes en 1971 y 1972. En 1974 lo volvió a obtener como primer puesto de la promoción de economistas egresada ese año. Sus compañeros lo recuerdan como un alumno excepcional que no necesitaba tomar notas en las clases, pues ya se había adelantado leyendo la bibliografía previamente, por lo que ponía en aprietos a profesores de todas las disciplinas con brillantes intervenciones y difíciles preguntas.
Su paso por la enseñanza dejó recuerdos imborrables. Recién regresado de sus estudios doctorales en Brown University hizo sufrir a la primera promoción que le tocó enseñar con unas prácticas calificadas de Microeconomía muy difíciles, por las que se jaló a toda la clase y provocó la retirada masiva del curso. Los estudiantes que pacientemente sobrevivieron esos primeros cursos le agradecen ahora el rigor académico de sus clases y hoy por hoy son grandes economistas y ejecutivos en el país.
Como mentor, varios de los aquí presentes podemos dar fe de la generosidad de Julio con su tiempo y lectura paciente de sucesivos borradores de tesis. Asimismo, sus consejos y recomendaciones valiosas nos encaminaron a los postgrados apropiados y a que regresáramos al Perú a seguir su ejemplo académico. En otra oportunidad, en el homenaje a su distinción como Banquero Central del Año 2015 a nivel global y el libro posterior que editamos con Diego Winkelried, he contado la anécdota de cómo el sabio y enciclopédico Julio, en épocas previas al Internet y Google, me apoyó para demostrarle a la Comisión Fulbright porque debía becarme para estudiar en Columbia y no en Oklahoma.
Como colega de varias décadas en la UP, Julio destacó en muchas iniciativas para modernizar la carrera de Economía e impulsar la creación de las Maestrías en Economía y Finanzas y los pioneros cursos de Economía Financiera, antecedentes directos de lo que ahora es la consolidada carrera de Finanzas, la primera en su tipo implementada en el país.
En cuanto a su producción académica, con el apoyo eficiente de nuestra biblioteca he podido revisar la mayor parte de la producción de Julio publicada en la UP. Desde un análisis profundo de los efectos macroeconómicos del abultado gasto militar en los 60s y 70s, hasta propuestas y evaluaciones de los planes de estabilización y reformas estructurales que ha tenido el Perú en las últimas décadas. Son muy citados sus trabajos con Martha Rodriguez auspiciados por el CIES y el capítulo con José Valderrama en el libro “La Reforma Incompleta” editado por los recordados Roberto Abusada, Fritz Du Bois y Lalo Morón.
Decíamos al inicio de esta semblanza que Julio no ha estado solo en esta empresa de asegurar la estabilidad monetaria del país. Aparecen además como factores importantes el equipo profesional del BCR (cómo no recordar aquí a Renzo Rossini su más cercano colaborador durante muchos años), la Constitución de 1993, la Ley Orgánica de 1992 y la salud de las finanzas públicas. En todos estos aspectos el aporte de Julio también ha sido enorme.
En cuanto al equipo profesional del BCR, durante sus sucesivos períodos al frente de la autoridad monetaria Julio ha apoyado decididamente la meritocracia en esa institución ejemplar, y específicamente a los afamados cursos de verano como caminos exclusivos para iniciar carrera en el banco.
Y en relación a la disciplina en las finanzas públicas, consolidada actualmente con reglas y metas que cumplir anualmente, lo conseguido en este frente comienza con el Programa de Estabilización de 1990 conocido como “Fuji-Shock” que fue un parteaguas en el manejo fiscal y monetario del país.
Todos recuerdan o han escuchado referencias del famoso discurso televisivo del 8 de agosto del Ministro Hurtado Miller que culminó con la frase “Que Dios nos ayude”. Lo que pocos saben es que Julio fue uno de los principales autores del programa, junto con Martha Rodríguez. Ambos fueron asesores principales de Hurtado en el diseño del durísimo pero inevitable programa de ajuste fiscal, que tuvo que ser aprobado por un recién estrenado gabinete donde también estaban nuestros exprofesores Carlos Amat y Guido Pennano, y que efectivamente acabó con la hiperinflación. Inmediatamente después Julio y Martha asumieron el liderazgo de la política monetaria y cambiaria desde el Directorio de BCR.
Ya en junio de 1988 en una publicación del CIUP, Julio advertía sobre el peligro de que la creciente inflación de entonces desembocara en hiperinflación si es que no se emprendía un drástico programa de estabilización: lo llamaba políticas radicales de desinflación. Y que mientras mas tiempo se retrasara mayor sería la magnitud de ajuste y su inevitable costo social. Como todos sabemos, efectivamente la hiperinflación apareció, y el severo programa recién se aplicó más de dos años después de las advertencias de Julio (acumulándose más de un millón por ciento de inflación en esos dos años).
Los equilibrios macroeconómicos fundamentales que empezaron a recobrarse a partir del programa de 1990 se vieron plasmados e institucionalizados en la Ley Orgánica del BCR de 1992 y el Capítulo 5 de la Constitución de 1993, redactados ambos con el concurso valioso de equipos técnicos del banco bajo la batuta de Germán Suárez, técnico de carrera que había sido nombrado presidente.
Nos referimos a la autonomía constitucional del BCR, pero con varias restricciones fundamentales consagradas desde la misma constitución, como bien ha señalado Julio recientemente en una verdadera clase magistral en IDEA, el cónclave empresarial más importante de Argentina.
El Presidente y Directores del banco pueden ser removidos si incumplen la prohibición de financiar el déficit fiscal o cualquier tipo de banca estatal de fomento, o si incumplen la política de tipo de cambio único y libre, o si imponen el direccionamiento del crédito a sectores económicos o regiones específicas. Y todo esto en un ambiente donde se respeta la libertad de los peruanos de elegir la moneda y el lugar donde desean depositar sus ahorros. El sol ha tenido que competir contra el dólar en la preferencia de los peruanos y lo ha hecho muy bien en las más diversas circunstancias durante los últimos veinte años.
El Perú ha logrado una de las inflaciones más bajas de la región y los países emergentes en lo que va de este siglo (3% en promedio total anual y 2.4% excluyendo los alimentos y energía), situándose aún por debajo de economías que tuvieron que renunciar a su moneda nacional a fin de lograr una relativa estabilidad.
Y no es que una vez conseguida la estabilidad monetaria se pueda activar un piloto automático y la labor de Julio y su equipo se haya simplificado. Tarde o temprano, aparecen nuevas crisis. A veces desde el frente internacional, como en la crisis financiera del 2008-09, a veces desde el frente interno, como en las reiteradas crisis políticas que tenemos. En ocasiones con choques de demanda, en otras con choques de oferta, o a veces simultáneos y en magnitudes tan grandes que ocurren una vez cada siglo, como en la reciente crisis de la pandemia.
Julio ha sabido liderar el banco central con la consigna de que cada crisis tiene algunas características que comparte con las anteriores (y por eso la sólida teoría y profundo conocimiento de la historia económica nacional e internacional ayudan), pero que cada episodio también es diferente porque el país, el mundo, los mercados financieros y los sectores productivos evolucionan y la data disponible se complejiza.
Julio sabe muy bien que toca ser muy pragmático en este mundo desafiante, confiar en la extraordinaria intuición económica desarrollada a lo largo de décadas, en la lectura atenta de proyecciones complejas e inciertas, y en la gran capacidad de ir ajustando constantemente en el camino a partir de los nuevos datos.
Recuerdo nuestro primer directorio virtual, luego de estallada la pandemia y el confinamiento. Julio nos advirtió que no se sabía ni la magnitud ni duración de lo que vendría (que duró más de dos años) pero que se tenía que actuar rápido y decididamente e ir ajustando en el camino. Por ello se redujo a mínimos históricos la tasa de interés de referencia, se crearon nuevas facilidades de inyección de liquidez y se diseñó el programa Reactiva, entre varias otras iniciativas sin precedentes para evitar la ruptura de la cadena de pagos y el colapso de la economía.
Los reconocimientos nacionales y mundiales a la labor de Julio son innumerables y crecen con el tiempo. Basta anotar que se codea con los banqueros centrales más importantes del mundo en reuniones exclusivas en Jackson Hole, Kansas o en Basilea, Suiza, y que es invitado frecuente para explicar los fundamentos del éxito peruano.
Debo decir, por último que, a pesar de su recargadísima agenda, Julio siempre ha estado llano a colaborar con nuestra comunidad universitaria brindando charlas magistrales a alumnos y egresados cada vez que se le ha podido comprometer.
En suma, hoy estamos reunidos aquí compañeros de promoción, exalumnos, colegas y amigos para reconocer, y sobre todo agradecer a Julio por todo lo que ha hecho y sigue haciendo por el Perú. Nos embarga un gran sentimiento de orgullo, que aquél sobresaliente compañero que compartió las aulas en la casona de la Avenida Salaverry, que aquel virtuoso maestro que nos enseñara Macroeconomía, que aquél erudito mentor que nos asesora en nuestras tesis, que aquél colega siempre interesado por aprender y compartir su sabiduría multidisciplinaria, haya llevado tan alto el nombre de la Universidad del Pacífico a nivel nacional y mundial.
¡Muchas gracias querido Julio!.
[1] Con ocasión del nombramiento de Julio Velarde como Profesor Emérito de la Universidad del Pacífico.
[1] Agradezco las conversaciones sostenidas al respecto con Matilde Schwalb, Fernanda Changanaquí, Jurgen Schuldt, Arlette Beltrán, Jorge González Izquierdo, Miguel Palomino, José Rocca, Juan Francisco Castro, Martha Rodríguez, Adrián Armas, y el propio Julio Velarde.